¡¡¡¡MAMÁ, ME ABURRO!!!!

Ahora que estamos en tiempo de vacaciones y nuestros pequeños pasan más tiempo en casa, es tiempo de divertirse con ellos y olvidar nuestro calendario laboral.

Desde que los niños ya van al “cole de mayores”, comienzan un calendario de actividades muy parecido al de los adultos, aprovechando la excusa de prepararlos para un futuro cada vez más cambiante pero a la vez más competitivo y exigente. Exigente en formación y adquisición de conocimientos, sobre todo; ya no es suficiente con inglés, además chino, natación, baloncesto, música… de alguna manera, su tiempo está programado desde por la mañana hasta la hora de volver a casa, y aún al llegar también la rutina diaria deja poco espacio a la improvisación.

Pues bien, ¿qué pasaría si los pequeños y no tan pequeños dispusieran de tiempos no programados o no estructurados?

Ante todo no digo que no esté bien que los niños realicen actividades extras, pero no hay que perder de vista la necesidad de dejar descansar el cerebro, bien para integrar todo lo aprendido y vivido durante el día, bien para observar lo que sucede alrededor o para explorar aquello que resulta nuevo y en lo que no se ha reparado hasta entonces porque los tiempos están marcados y no resulta fácil salirse del guion.

Reflexionemos un poco sobre los beneficios que puede traer el no hacer nada:

1. Pensemos en qué hacemos nosotros cuando no hacemos nada. Bien descansar en el sofá, que nunca está de más, o buscamos algo que hacer.
2. Si buscamos algo que hacer, y nadie nos dice qué, el motor que nos lleva a la actividad es el propio, es lo que llamamos, iniciativa y motivación intrínseca.
3. Esto nos llevará a buscar ideas o actividades para hacer en vez de estar sentados, esto es búsqueda de alternativas, básico para la resolución de problemas.
4. De todas las que se nos ocurran, tendremos que valorar cuales son posibles y cuales en este momento no son viables, esto es evaluación de viabilidad y comparación.
5. Plantearemos cuales nos gustan o nos apetecen más, esto se conoce como toma de decisiones.
6. Realizados los pasos anteriores, es necesario saber lo que necesitamos para llevarlo a cabo. Es decir, la planificación.
7. Por último, la implementación de todo lo anterior, es decir, llevar a cabo nuestra idea.
8. Pero lo realmente importante es que hemos conseguido pasar de un estado de aburrimiento a todo un proceso constructivo por nosotros mismos sin que nadie nos diga qué y cómo. Si los resultados son buenos nos sentiremos a gusto, orgullosos de lo que hemos conseguido y si no nos sale como esperábamos probaremos otra vez, de otra manera o algo distinto. Lo que favorecerá la propia valoración afianzando la autoestima, aprendiendo también a gestionar nuestras emociones o estados de ánimo.

Pues bien, todos estos puntos reflejan lo que conocemos como funciones ejecutivas, aquellas que nos definen como seres inteligentes, incluida la gestión de las emociones.

Esto es lo que hacen nuestros pequeños si les dejamos tiempo a su aire, sin decirles lo que tienen que hacer o lo que toca. Quien de vosotros no se ha encontrado a sus pequeños organizando alguna en su habitación después de un rato prolongado de silencio. Esta actitud es la necesaria e importante en la vida. Los padres y madres ponemos a su disposición no solo las herramientas sino también los tiempos y los espacios.

Os pongo el caso de los más pequeños, si no les decimos qué hacer, el propio calendario del desarrollo les llevará a la actividad. Durante el primer año, el bebé va desplegando toda una serie de conductas que va practicando hasta conseguir, por ejemplo, voltearse o ponerse en cuatro apoyos y después gatear, por eso es tan bueno dejarles tiempo sobre el suelo para que puedan explorar y afinar sus habilidades y capacidades. En los años siguientes, es difícil ver a un niño sentado sin hacer nada, siempre tiene su atención centrada en algo, bien observando para aprender, bien subiendo y bajando, pintando… pero pensemos en los niños más mayores, a partir de los cinco o seis años… porqué a partir de estas edades aparece el aburrimiento y lo vemos como algo negativo, intentando dirigir su calendario de actividades.

Unas pequeñas herramientas para fomentar la creatividad y poner a los niños a gestionar su propia diversión:
Coloca varias cajas de cartón en un rincón. Pronto ellos las utilizarán para mil cosas, ya sea para meterse dentro, construir o bien realizar torres

MAMÁ, ME ABURRO

Coloca en otro lugar unas pinturas y botes de plastilina, es infalible…
Si pones música que se pueda bailar, los niños pequeños siempre están dispuestos a ello. Es una bonita forma de disfrutar en familia.

 

Ahora que estamos de vacaciones os animo a que sentados en vuestras hamacas o toallas observéis a vuestros hijos sin más objetivo que descubrir lo que están haciendo. Espero que cuando veáis a vuestros hijos haciendo nada seáis capaces de mirarlos de otra manera, más allá.

Dejar un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.