Cuando sientes que el camino se hace denso y tus fuerzas flaquean y estas agobiada
RELÁJATE
y conecta contigo mismo, no importa que sean solo unos pocos minutos.
Disfruta de la sensación placentera de estar solo contigo mismo. Sentirás como recargas pilas y verás el mundo con otros ojos.
Elige el momento cuando sepas que alguien de tu confianza se puede hacer cargo de tu bebé, solo serán unos diez minutos.
Acomódate sobre la cama y abandona tu cuerpo percibiendo como te arropa y que siempre está ahí para sostenerte.
Deja que los pensamientos que surgen en tu mente, vengan y vayan como las nubes en el cielo que van y vienen.
Nada que pensar, nada que hacer.
Comenzarás a percibir los primeros signos de relajación cuando sientas el aire sobre tu piel, la profundidad de tus músculos y de tus huesos.
Afloja la mandíbula, el paladar, la lengua se hace ancha en la boca casi tocando las mejillas, el entrecejo se va relajando así como la cuenca de los ojos, la garganta, las cuerdas vocales, el cuello, hombros, brazos, muñecas, manos y cada uno de los dedos.
Toma conciencia de tu respiración y siente el movimiento suave de pecho y abdomen.
Percibe el contacto de las nalgas sobre la superficie, los muslos, pantorrillas, tobillos, talones hasta los dedos de los pies. Siente cada uno de los dedos de los pies donde las tensiones salen y se esfuman del cuerpo.
Disfruta de este momento y del placer de estar contigo mismo, escucha el sonido interior de tu cuerpo.
Siente la energía positiva que llega del Universo como una brisa cálida y te llena de bienestar, sosiego y paz.
Al incorporarte hazlo lentamente para volver a contactar con todo lo que te rodea.